Adiós a Sanín Murcia, el cachaco que dejó huella en Valledupar

Adiós a Sanín Murcia, el cachaco que dejó huella en Valledupar

Valledupar llora la partida de José Sanín Murcia Fajardo, un personaje emblemático que dejó su huella en la ciudad con su espíritu emprendedor y su contribución a la tradición carnavalera. El querido cachaco de 92 años falleció este sábado dejando un legado de alegría y creatividad.En las calles de Valledupar, Sanín era conocido por su Land Rover llamado ‘El Vallenato’, el cual se convertía en la sensación durante los desfiles del viejo carnaval de la capital cesarense y el cual tenía la particularidad de tener el timón del lado derecho, como los vehículos en Inglaterra.

Dicho carro fungió de carroza de las reinas del Carnaval desde 1962 a 1998.En una entrevista publicada en el periódico EL PILÓN en el año de 2017, narró con nostalgia las épocas doradas entre los años 70 y 90, cuando el Carnaval tomaba vida desde su taller de metalurgia ‘La Cueva del Murciélago’.

“El grupo carnavalero salía de ‘La Cueva del Murciélago’, recorríamos varias calles, le dábamos la vuelta a la Plaza Alfonso López y terminábamos en el taller nuevamente, para esa época hice aproximadamente 20 carrozas, pero no cobraba, era algo que hacía por gusto, entre las más recordadas fue la carroza de ‘los Arhuacos’ porque cuando los reales indígenas vieron la carroza y a quienes iban disfrazados tocando distintos instrumentos querían subirse en ella, fue algo que llamó mucho la atención, con esa carroza participamos en las fiestas de Cartagena dos veces, la última con la fallecida Consuelo Araújo”, contó Sanín, quien llegó a Valledupar de 20 años procedente de Caparrapí, Cundinamarca, su tierra natal.

Recordaba que, después de los desfiles, el grupo carnavalero regresaba al taller, donde Sanín y sus amigos preparaban desde bocachicos guisados hasta asados de carne al carbón, acompañados por la música de la banda de ‘Los Picapiedras’.

Su contribución no se limitó al Carnaval; Sanín también era un maestro de la cocina y fue pionero en la ciudad en el uso de vísceras en la culinaria regional. Fue pionero también en la preparación de embutidos, especialmente de morcillas. “Chinchurria, riñones, hígado, bofe y corazón eran botados o se lo daban a los perros, pero nadie las comía. Hay una anécdota de Sanín en la finca Rafael María Lacouture, cuando él y otros interioranos estaban deleitándose con una chinchurria frita y uno de los hijos del propietario de la hacienda le dijo al papá que los cachacos se estaban comiendo el alimento de los perros y este no aguantó la curiosidad y se acercó a ver si era cierto y estos le dieron a probar y le encantó, hasta ese día les dejaron de regalar las vísceras a Sanín y su gente porque a partir de ese entonces el viejo Rafael María las incluyó en la dieta de su hogar, al igual que mucha gente de estas tierras”, destacó el reconocido chef vallenato y también comunicador social-periodista Julio Mario Celedón en una de sus columnas para EL PILÓN, titulada ‘Sanín Murcia: un ateo de mentiras’, en el año 2016.

Pero la influencia de Sanín no se detuvo en las festividades y la culinaria. Fue un pionero en la metalmecánica, teniendo el mejor taller de la región en una época en la que dominaba un arte poco conocido en la zona.

Sus contribuciones al desarrollo regional incluyeron la creación de máquinas innovadoras, como cultivadoras de algodón y clasificadoras de melones y mangos de exportación.

Eduardo Quintero Molina, hoy residenciado en Panamá, recuerda su vida de algodonero hace 30 años: “Dónde me dejan ‘el Caimán’, que botaba agua y maizena (en los carnavales). Sanín era un ingeniero o más bien un genio de la mecánica, también patentó e hizo cultivadoras de algodón, hacía zanjadoras para canales para los arroceros, mil inventos, voleadoras de boñiga, sembradoras, etcétera. Lo que uno necesitaba en materia de implementos se lo hacía en Industrias Metálicas Murciélago”.

Incluso, Sanín participó activamente en la creación del departamento del Cesar, realizando una generosa donación en la colecta que hizo Radio Guatapurí para sufragar los gastos que requería la diligencia. Aunque no recibió un reconocimiento oficial, celebró con alegría la creación de la nueva entidad territorial.

Aunque los tiempos cambiaron y algunas tradiciones se desvanecieron, Sanín Murcia será recordado como un hombre que contribuyó a la identidad y el folclore de la ciudad de los Santos Reyes. Sanín Murcia, el cachaco que se convirtió en un vallenato más, descansa en paz.

En la nota ‘Sanín Murcia: un ateo de mentiras’, mencionada anteriormente, Celedón cuenta que Murcia “se casó con la señora Amira Contreras, natural de Tame, Arauca, conformaron un hermoso hogar, el cual dio como fruto seis lindas mujeres, Amelia, Selema, Consuelo, Libia, Amira y Beatriz”.

Las honras fúnebres de Sanín Murcia se llevaron a cabo este domingo en la Catedral del Eccehomo en Valledupar.

Fuente: El Pilon