Alfonso Medina ya no tiene quien le escriba
Por Álvaro Portilla
La metáfora es dolorosa, a Alfonso Medina lo mataron antes de que se cansara de escribr y quejarse ante la policía y ante las autoridades municipales, y su muerte, como la de tantos valientes líderes sociales colombianos, estaba escrita.
“El coronel no tiene quien le escriba” es una de la famosas novelas de nuestro premio nobel, Gabriel García Márquez, que pretende reflejar el estado de desasoiego del coronel ante la espera de respuesta del estado, que nunca llega y resume la trágica historia de toda la sociedad en nuestro país, la dolorosa metáfora de Alfonso Medina.
Como todos los ciudadanos, no sólo de Valledupar, del Cesar, sino de toda Colombia, la principal problemática que tenemos es la inseguridad, esta ocupó el primer lugar en un sondeo que realicé en mi cuenta de Twitter, donde el 38% de la votación indicó que esta es la preocupación permanente de los vallenatos, seguida de la corrupción con un 31% y en tercer lugar, el desempleo con un 21%.
En orden de jerarquías yo pondría: Corrupción, desempleo, inseguridad. Esa es la línea de desarrollo lógico de los problemas colombianos.
Recientemente fuimos fulminados con la muerte de Alfonso Hernando Medina, presidente de la Junta de Acción Comunal del barrio Villa Jaidith, esa muestra de violencia pareciera que hubiera derrotado a todos los líderes sociales y comunales que aún se atreven a denunciar las injusticias en nuestra ciudad, y en general, en el país, una víctima más de los muchos atentados que se han perpetrado en la ciudad, a los que el estado, representado por el alcalde, se hacen de la vista gorda, no les importa, no les interesa, no les duele.
Desde la pandemia del COVID hasta la fecha, los homicidios han aumentado en un 66%, ¡una barbaridad!. Las causas son sociales, hambre, desempleo, falta de oportunidades educativas, el caldo de cultivo perfecto para que se desarrolle la delincuencia, el microtrafico, y por ende la violencia.
¿Cuál ha sido la respuesta del alcalde, comandante supremo de la Policía?
Nadita de nada.
La Organización de Naciones Unidas (ONU) como estándar mundial recomienda 300 policías por cada 100 mil habitantes , es decir 3 agentes de seguridad por cada 1.000 habitantes.
¿Cuántos policías hay en Valledupar? Aproximadamente 600 uniformados, restando los administrativos y los de tareas específicas (niñez, turismo, medio ambiente, etc.) quedan 160 operativos para salvaguardar la seguridad, repartidos en tres turnos. Es decir, 53 policías por turno para cuidar aproximadamente 600.000 almas valduparenses, 0,088% agentes por mil habitantes. No cumplimos ni el 2,9% de las recomendaciones de la ONU.
Lo triste de la historia es que cuestionamos y castigamos a los policiales, que tienen que soportar sobrecargas laborales, mal pago y además, se tienen que enfrentar valientemente, en esta desproporción, a las mafias más violentas del mundo.
No hay comando municipal de Policía, ¡hay una estación en comodato que no cumple las normas mínimas de infraestructura!
El centro de reclusión transitorio conocido como La Permanente de Valledupar, del cual el municipio es responsable, es una olla hacinada y vergonzosa que además es un tapón, un bloqueo, pues no caben más sindicados y que congestiona y obstaculiza la labor de los agentes de seguridad cuando hacen detenciones pues no tienen donde ubicar a los sindicados de crímenes.
En el siglo XXI, no tienen ninguna ayuda tecnológica, no hay drones de apoyo, de las 392 cámaras que deberían estar funcionando solo 13 prestan el servicio.
No se ha coordinado de la mejor manera la articulación interinstitucional entre Policía Nacional, Policía Militar y alcaldía. No hay apoyo suficiente para la compra y mantenimiento del parque automotor. Ante los ojos de todo el mundo, ‘La Tramacua’ sigue siendo el principal centro de extorsión de la región sin que se tomen medidas tecnológicas ni legales para detenerlos.
No se han intervenido los sectores como Singapur y Nando Marín, cuando las autoridades ya han advertido que se están convirtiendo en el fortín del Clan del Golfo y el Tren de Aragua.
¿Qué debemos hacer para cambiar ese panorama y encender una luz de esperanza?
Primero, priorizar e invertir en solucionar las causas sociales que favorecen la violencia: falta de oportunidades educativas, desempleo, hambre, alto costo de alimentos y servicios públicos.
Simultáneamente, un plan de choque de inversión en los factores arriba mencionados que requieren una solución urgente e inmediata que permita sumar todas las fuerzas de protección del estado, judicial y de derechos humanos, para frenar en seco la espiral violenta.
Es urgentísimo aumentar sustancialmente el pie de fuerza y dotarlos con los mejores elementos de reacción y monitoreo. De otra parte, exigir a los organismos judiciales celeridad y contundencia para reducir la impunidad.
En resumen, se necesita voluntad política para resolver los problemas graves de seguridad, acercar el estado a los ciudadanos para que honremos la memoria de Alfonso Medina, un símbolo del olvido del estado, que fue asesinado esperando la intervención y respuesta del alcalde y las autoridades que debían protegerlo.
Soy Álvaro Portilla y quiero una Valledupar diferente