“Los crímenes que se cometen desde el Estado contra su propia ciudadanía son los crímenes más castigados en el mundo, se les llaman crímenes contra la humanidad”.
Así lo aseguró este miércoles el Presidente, Gustavo Petro, durante el Acto de Reconocimiento de Responsabilidad del Estado y Pedido de Perdón por las masacres de los corregimientos de El Aro y La Granja, que se realizó en Medellín.
En este escenario, recordó que los Estados asesinos de su propia ciudadanía “los hemos visto en dictaduras horribles en América Latina, peores en Europa” y, de hecho, trajo a colación la historia de Adolfo Hitler y su campaña de exterminio contra sus connacionales y ciudadanos de otras naciones.
Tomando como base este hecho de la historia universal, el Jefe de Estado sustentó las razones por las cuales los crímenes de los Estados contra sus ciudadanos son delitos de lesa humanidad.
“Los crímenes del Estado contra sus ciudadanos se determinan por la medida del poder, la proporcionalidad del poder”, dijo al explicar que se trata del “poder usar billones de pesos, poder usar la orden de mando sobre 100 mil, 200 mil hombres y mujeres, poder utilizar el presupuesto nacional que se cuenta por billones y que ninguna empresa privada podría tener junta, ni mucho menos una familia, poderlos usar en esa dimensión que significa la capacidad del poder para asesinar a su propia ciudadanía”.
Por esta razón, el Mandatario no dudó en afirmar que todo esto se utiliza “para organizar el exterminio”.
En este sentido, el Presidente Petro, al reiterar el perdón a las familias y a las víctimas, recalcó que estas personas fueron “asesinadas por el mismo Estado, un Estado asesino, un Estado asesino que no es el de la Constitución del 91”.
“Desde 1991 se empezó a construir un Estado que no está escrito en la Constitución, que es el Estado de la impunidad, en primer lugar, que encubre”, enfatizó.
Esta afirmación fue sustentada por el Mandatario, al recordar que “los procesos judiciales hubiesen llegado hasta las causas y los autores, no solo físicos y directos, sino también los intelectuales, de los que ordenaban desde atrás”, lo que, a su juicio, podría haber generado que el “Estado hubiera podido corregir su rumbo en el momento adecuado”.
Sin embargo, “los procesos judiciales, las investigaciones, la institución que llamamos Fiscalía y otras, no fueron capaces porque no tenían la voluntad política, en primer lugar, de descubrir los orígenes de un asesinato sistemático de civiles a lo largo y ancho de Colombia, que es un delito de lesa humanidad y al cual se le podría llamar genocidio”.
“Este genocidio tiene un móvil político, tenía –en su función– destruir lo que desde el Estado se llamaban enemigos del Estado, un enemigo interno, decían ellos, una ideología construida sobre la base de pensarnos como enemigos de que una parte de los colombianos es enemiga de otra parte de los colombianos”, sustentó.
Ante esta evidencia, el Presidente recalcó que “la teoría del enemigo interno es el producto del miedo”, en la medida en que dijo que se trata del miedo a la diferencia, a perder el poder, a perder los privilegios, así como el mismo miedo a la democracia, a la libertad y al ser humano.