POR: AQUILINO COTES ZULETA
No voy a señalar a nadie por el fatídico accidente de tránsito en donde murieron la periodista Rosa Rosado y el camarógrafo Jairo Bolívar Araujo y quedaron heridos cuatro comunicadores y el conductor de la camioneta en donde se transportaban. Fue un designio de Dios. Aún atribulado como estoy, por ese accidente, prefiero mencionar que ha ocurrido una tragedia para todos.
De un lado, Jairo a quien prácticamente no conocía, pero, las referencias son de un profesional soñador y preparado en su quehacer, “Jairo Bolívar Araujo se distinguió por su comportamiento cabal y generoso y por el amor que profesó a sus deberes, los cuales le permitieron construir una destacada carrera profesional como productor audiovisual en empresas importantes como Caracol Televisión”, describió en su página Web Diario del Cesar.
Yo supe del accidente a eso de las tres de la tarde, a través de la colega Marta Patricia Berdejo, por un audio que le envió la periodista y amiga de Rosa, Lida Mendoza. “Parece que Rosa Rosado está muy grave…”, dice un aparte del archivo.
Minutos después fue confirmada la tragedia por varios colegas. Llamé a su hermana Mary, insistí mil veces, esperanzado que había una equivocación. Llamé a su esposo Miguel Barrios, nadie respondía.
Recordé a Rosa, busqué una foto suya en Internet. Ahí estaba con su habitual sonrisa pletórica de gracia y ataviada con su vestido colorido y su inigualable actitud querendona.
Entonces, recordé aquella frase que me dijo una noche cuando me llamó por celular: “Uy Aquí, fuiste duro, pero bueno, es tu posición”. Rosa fue lacónica, pero me impresionó que no le dio transcendencia al asunto, fue discreta y respetuosa de la libertad de prensa.
Rosa se refería a una columna que publiqué en EL PILÓN el 7 de octubre del 2020, producto de una entrevista hecha al entonces gobernador Luis Alberto Monsalvo, intitulada “Palabra de gallero”: Monsalvo.
Hoy podría definir a Rosa en una frase: era ‘una chiquita grande’ en el periodismo regional. Una mujer diligente y abnegada a su oficio. A veces era chiquilla en experiencia, pero inmensa en conocimientos, más cautelosa que quisquillosa.
Va a ser complicado acomodarnos en el periodismo sin la presencia física de Rosa Rosado y del camarógrafo Jairo Bolivar. Seguramente entran al álbum de los jerarcas fallecidos del periodismo regional, entre ellos: Beder Guerra, Carlos Alberto Atehortua, Lolita Acosta, Galo Bravo, William Rosado, Electo Gil Bustamante, Armando Hinojosa ‘El Piloto de Corea’, Vicky Medina, Guzmán Quintero, Amparo Jimenez, Gustavo Brugés “El Curro” y José Luis Parada.
A quince días de fallecidos Rosa y Jairo, varios periodistas están reclamando a los funcionarios públicos que no pueden seguir improvisando en la contratación de los comunicadores con tantas mezquindades y a retazos. Como si los comunicadores fueran un bien para beneficio de los gobernantes y no para informar a las comunidades sobre los aconteceres.
Me refiero a que mientras lamentamos la pérdida de Rosa y Jairo, se afirma que sufren del desamparo laboral y económico los periodistas Jorge Laporte, Jorge Calle y el camarógrafo Jaider Santana quienes junto a Jairo Bolivar a la fecha del fatal accidente no se les había definido sus contratos por prestación de servicios, es decir estaban trabajando gratis a la gobernación, con excepción del conductor William José Vega, herido, y Rosa Rosado.
Lo anterior se ha convertido en una costumbre oprobiosa en la gobernación, alcaldías e institutos públicos. Es una práctica infame y una afrenta contra la dignidad profesional de los comunicadores sociales y de muchos profesionales que deben regalar su trabajo los dos primeros meses del año, porque los gobernantes y directivos no son diligentes para firmar sus contratos de trabajo. Hasta la próxima semana. tiochiro@hotmail.con. @tiochiro