A 65 años del natalicio de Diomedes, fanaticada desempolva recuerdos

A 65 años del natalicio de Diomedes, fanaticada desempolva recuerdos

Hace 65 años vino al mundo el artista más vendedor de la música vallenata, Diomedes Díaz Maestre, ese que pese a haber fallecido hace siete años sigue sonando como estuviera cuerpo presente.

Un día como hoy era el escogido por El Cacique de La Junta para lanzar sus álbumes y desatar así una alegría colectiva entre sus seguidores. Así lo afirma Gustavo Gutiérrez Maestre, El Arquitecto de Moda, amigo de infancia del cantautor y a quien popularizó tras mencionar en 16 canciones.

“Ese día, luego de hacer promoción en Bogotá, llegaba a Valledupar y le organizábamos una caravana. Yo era el presidente del Comité de Amigos de Diomedes, integrado por 25 de las personas más cercanas a él que luego le celebrábamos el cumpleaños en privado. Pedía especialmente música ranchera y también que no hubiese gente extraña”.

Gutiérrez Maestre contó que gracias a los saludos que le envió su amigo de infancia en distintas producciones pudo diseñar y construir casas por todo el territorio nacional. “Eso disparó mi popularidad, siempre estaré agradecido con él porque sus saludos eran de cariño, fue tanto el afecto que nos profesamos que me convirtió en el padrino de Martín Elías. En lo personal extraño a ese ser honesto, servicial y humilde, era tal su grado de humildad, que creo murió sin saber en realidad lo grande que fue”.

Una anécdota que este juntero comparte y que sostiene son pocos los que la conocen, da cuenta de que al ‘Cantor Campesino’ no le interesaba la fama, ni establecer relaciones con grandes personajes. “Una vez estuvimos hospedados en el hotel Hilton de Cartagena y allí también estaba Gabriel García Márquez, una persona cercana al escritor me dijo que el Nobel de Literatura quería saludar a El Cacique, así que salí corriendo hasta su habitación porque sabía era algo demasiado importante, le toqué como loco y para mi sorpresa Diomedes me dijo que no tenía nada de qué hablar con él y que si eso le iba a dar plata, prefería ganársela en cualquier pueblo con su talento, imagínense dejó plantado al mismísimo Gabo”.

“Ay el 26/ del mes de mayo/ nació un niñito en el año 57/ y allá en la junta fue bautizado/ y hoy se conoce con el nombre de Diomedes”.

“SU CUMPLEAÑOS, UNA FECHA SAGRADA PARA EL CACIQUE”

Rosa Elvira Díaz Mejía, la hija mayor del artista contó que en un día como hoy, su padre siempre trataba de estar rodeado de sus hijos. “Era una fecha sagrada para él, solo recuerdo que una vez la pasó en Maracaibo cumpliendo un compromiso, pero antes de que viajara le compramos su torta y compartimos con él, se fue muy triste porque la costumbre era festejarlo con nosotros. Yo siempre trataba de regalarle su colonia favorita, la María Farina, o alguna camisa de esas coloridas que tanto les gustaban”.

La única hija que tuvo Diomedes con Bertha Acosta, también recordó lo cariñoso y consentidor que era. “Me daba abrazos a toda hora y también me celaba demasiado, estando a su lado debía saber para donde mirar, porque se las pillaba todas. De niña me compuso una canción llamada Los areticos de oro, la hizo con el tío Martín Maestre, y estaba inspirada en su amor paternal y en unos areticos de oro con piedras naranja que me regaló, esos aún los conservo”.

“Rosa Elvira, la mayor de esta familia tan bonita”, como la inmortalizó su padre en el tema 26 de mayo, dice que si su padre existiera seguramente le hiciera canciones a muchas situaciones de actualidad, y destaca que incluso fue un aventajado que se anticipó al futuro y vaticinó algunas situaciones que plasmó en canciones como El mundo se acaba, en la que se refirió a la inflación que se presenta en el país.

“Ay! Dios mío esta vida si está cara/  y la plata ya casi no se consigue/ ay! Dios mío borracha situación/ y la carne la vemo’ en televisión”.

Finalmente dijo que lo que más extraña son sus abrazos y ese apoyo incondicional que le brindó. 

“Siempre que recurría a él me daba un consejo, era un hombre sabio. Me sentaba a su lado y si estaba triste, siempre me subía el ánimo, me conocía mucho. Decía que ‘la prudencia era la mamá de todas las virtudes’ y que yo debía ser muy prudente, eso lo recuerdo a diario”.

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