Petro emula a Álvaro Gómez

Petro emula a Álvaro Gómez

Del gran Acuerdo Nacional sobre lo fundamental habló Álvaro Gómez Hurtado, que sin ser presidente tenía más majestad y porte de estadista que cualquier Jefe de Estado, y para el cuatrienio Petro lo fundamental son tres ejes: la paz, la justicia social y la justicia ambiental.

Sobre este esquema inteligente comienza a trabajar el presidente electo Gustavo Petro, convencido de que la polarización es producto del sectarismo que lleva a la violencia, no de las diferencias, que se pueden conciliar, sin prisa, pero sin pausa, como reza el dicho español, ante el apremio de construir un clima de paz que permita las reformas necesarias para que el “Cambio” no se vuelva una ilusión, consciente de un conflicto armado con especificidades regionales que deben plasmarse en el Plan de Desarrollo, tema de gran valor para el nuevo mandato.

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El gobierno queda entre dos fuerzas: la privilegiada y la que salió de entre las piedras, esto es la clase marginada que contribuyó con el triunfo de Petro, sumados los sindicatos, jóvenes, negritudes, indígenas, campesinos y todo ese universo de sectores deprimidos de la población a los que juró no traicionar, dotados de una gran capacidad de movilización, conforme lo demostró el paro nacional de abril de 2021, con notable visibilidad de la llamada “Primera Línea”, movimiento del que no solo participaron las clases populares y organizaciones sociales, sino la misma élite universitaria, algo sin precedente histórico, en rechazo a la reforma tributaria, eufemísticamente a favor de los más pobres.

Si nos ensoberbecemos, es decir, si nos llenamos de soberbia, nos aislamos; y si nos aislamos, nos tumban, dijo Petro luego de sonrojar a sus amigos de izquierda, tras anunciar un capitalismo como modelo de gobierno, disparador de las fuerzas productivas, contrario al feudalismo, que es improductivo, en su torpeza de mantener ociosa la tierra.

Una economía que tenga como piedra angular la producción y no la extracción es la lógica mundial y el sentir de la humanidad, soportada en estudios de la Cepal y las Naciones Unidas, aspectos en los que el presidente electo le gustaría dejarse asesorar por Mariana Mazzucato, autoridad mundial en economía, como oportunidad para hacer un capitalismo diferente y una izquierda que aprenda a generar riqueza, donde el Estado no pase a un segundo plano cuando sea necesario enfrentar las crisis, tesis que por coincidencia comparten Petro y la experta italo-estadounidense, punzante con el capitalismo tardío y quien anima a los estados a ser emprendedores y a no limitarse a reparar economías maltrechas, inteligencia que alaban el Papa y Bill Gates.

Una fuerza pública austera es el deber ser, con una policía que se desligue del Ministerio de Defensa para que cumpla su rol de cuerpo cívico, que solo existe en el papel, en defensa de los derechos humanos y las libertades, acotó el nuevo Jefe de Estado, reiterativo en la necesidad de adelantar reformas que, si bien han de pisar callos, son inaplazables realizar para evitar un estallido social.

La nueva agenda económica del gran Acuerdo Nacional marca una política productiva sin intermediarios, retorna la esperanza para que los productores rurales vendan sus cosechas reviviendo el Idema y potenciando proyectos claves, tal es el caso de la represa del río Ranchería en La Guajira y el embalse Besotes en Valledupar, como solución de agua potable y generación de fuentes hídricas, provistos de sistemas de riego con capacidad para ensanchar la frontera agrícola e incrementar el suministro de alimentos, en consonancia con la apuesta presidencial de producir en el campo.

Indefectiblemente ganó el mismo diálogo que emprendió el presidente sudafricano y Nobel de Paz, Nelson Mandela, basado en su propia teoría filosófica: “Para lograr la paz con el enemigo hay que trabajar con él, así el enemigo se convierte en socio”, sin menoscabo de lo que predica aquel conocido adagio: “Amigo reconciliado, enemigo agazapado”.