
Luego de conocerse el fallecimiento del papa Francisco la mañana del lunes 21 de abril, el interrogante qué surge en medio del dolor de los creyentes católicos es quién será su sucesor en medio de la ola de conmoción mundial y los homenajes qué se preparan para despedir al pontífice.
El cónclave secreto que esta comformado por 138 cardenales electores deberá decidir qué Iglesia quiere para el futuro tras la muerte de Bergoglio, barajando dentro de una lista de opciones quien será el más indicado a ocupar el cargo de la figura más representativa del catolicismo.

Según indica el protocolo, para elegir al sucesor de Francisco, el decano del Sacro Colegio Cardenalicio convoca una reunión de todos los cardenales con derecho a voto. Este cónclave debe comenzar 15 días después de que queda vacante la sede, aunque el Colegio de Cardenales puede establecer otra fecha que no debe superar los 20 días desde la muerte del pontífice anterior.

Varios son los nombres que suenan con fuerza para ser el próximo Papa de la Iglesia Católica, Aunque se habla de una docena de candidatos, estos son los cardenales favoritos para ser el nuevo santo padre:
Luis Antonio Tagle (Filipinas, 67 años): Conocido por su enfoque en la misericordia, la justicia social y la cercanía con el pueblo.
Matteo Zuppi (Italia, 69 años): Destacado por su labor con la comunidad de Sant’Egidio y su compromiso con los más necesitados.
Peter Turkson (Ghana, 76 años): Voz moderada en temas de justicia económica y ecología.
Pietro Parolin (Italia, 70 años): Secretario de Estado del Vaticano, con gran influencia diplomática.
Willem Eijk (Países Bajos, 71 años): De tendencia conservadora, firme en temas de moral sexual.
Peter Erdő (Hungría, 72 años): Experto en bioética y temas de familia.
Raymond Leo Burke (EE.UU., 76 años): Figura ultraconservadora, opuesta a reformas liberales.
Recordemos que para su funeral el Papa Francisco pidió que se desarrollará bajo un protocolo reformado, más austero y simple, adaptado por su propia voluntad para reflejar con mayor fidelidad la humildad evangélica, su deseo era que sus restos mortales descansaran en la Basílica de Santa María la Mayor y no en San Pedro, como sus predecesores inmediatos .