Por: Miguel Aroca Yepes
No es una, sino dos, las consultas previas que tendrán que realizar los cuatro pueblos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta: arhuacos, koguis, wiwas y kankuamos, a juzgar de la Corte Constitucional.
Una consulta debe determinar la línea negra, que no se sabe dónde comienza ni dónde termina, además de localizar geográficamente los sitios sagrados que también están en el limbo.
La otra consulta previa hay que enfocarla en la voluntad de los nativos, de permitir, o no, los estudios de factibilidad para avanzar en el proyecto de embalse Besotes, cuya prefactibilidad le acaba de costar al Estado $10 mil millones.
Sobre el polémico embalse, que es la prioridad, para regular caudales y evitar que Valledupar colapse en materia de suministro de agua potable a la vuelta de 12 o 15 años, según estudios especializados, también entró a terciar el Consejo de Estado, al tenor de una demanda contra el decreto 1500 expedido el 6 de agosto de 2018 que incrementó de 54 a 348 los lugares ancestrales del macizo montañoso.
La demanda ataca la falta de consulta previa para redefinir territorios aborígenes sobre la línea negra, trazada imaginariamente hace medio siglo, la inexistencia de insumos y estudios por parte del Agustín Codazzi y falencias en lo que respecta a la publicación oficial.
Hablemos del embalse, que no represa, porque lo urgente es almacenar agua, un jaguey grande que le permita a Emdupar suministrar el vital líquido en época de invierno, lo que no es posible cada vez que crece el río Guatapurí y adquiere niveles de turbiedad hasta de 4 mil unidades, producto de la deforestación en su cuenca alta y media.
Así las cosas, hay que esperar el fallo del Consejo de Estado, para saber si surte efecto, o no, la demanda administrativa, y tener a disposición una brújula que nos permita orientarnos alrededor de lo que hasta ahora ha sido un espejismo, estudios que en más de 50 años se han traducido en papel, mapas y planos para las polillas, porque sin consulta previa, es echar la plata a la basura, remarca sin evitar cierta dosis de sarcasmo el médico y abogado Gonzalo Araújo Daza.
O se almacena agua o queda seca Valledupar, es la disyuntiva que se plantea con notable preocupación a nivel social, gremial, industrial, económico, cultural, folclórico, educativo, artístico, fuerzas vivas y en todas las esferas, ante el crecimiento desmesurado de la ciudad y la suerte lapidaria de un río que sucumbe al paso desventurado del hacha y la motosierra.